Quienes deberían
estar dejaron
sus ecos siendo
convertidos
en eternidad.
Quienes deberían
pisar esta tierra
viajan de lado
a lado recorriendo
la agrietada profundidad
que dejaron sus rostros.
Quienes deberían estar,
aquí bajo la luz
de las sombras ya no están.
Fueron extinguidos
por negros llantos,
fueron difuminados tras
ser arrancados de la
vida.
Quienes deberían estar
y ya no están son
llorados con agonía
en una tierra que
dejó de respirar.
Quienes ya no están
son recordados con
un diminuto latido fatigado,
cuyos descompuestos
latidos viven un
día a día ausente,
latidos atrapados
en la tierra con la
mirada puesta en lo
más alto.
¿Dónde estarán?
¿Qué sienten al sentir
los corazones de sus
niños abandonados,
de sus niños perdidos
que buscan en el ocaso
ese último abrazo?
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